Samanta y el lenguaje no eran amigos. Hasta que aprendió a dominarlo con la literatura.
Cuando Samanta Schweblin tenía 12 años dejó de hablar.
No porque tuviera ningún problema psicomotor o en sus cuerdas vocales, sino porque la superaba la enorme diferencia entre lo que ella quería decir y lo que entendía la gente.
«A mí me frustraba mucho el lenguaje. Me fastidiaba la distancia que había entre lo que yo quería hacer, transmitir, y que finalmente llegaba al otro», le dice a BBC Mundo la autora argentina desde Ciudad de México, donde participó en el Hay Festival México.
La directora del colegio le dijo a su madre que si después del verano no volvía con un certificado de la psicoanalista de que Samanta era normal, no pasaba a la secundaria.
«Mi psicoterapeuta que es una genia total y a la que le voy a agradecer toda la vida, le…
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