En esta segunda entrega de Bibliopatías, tenemos una muy particular, la bibliofagia, veamos:
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Muchos somos o conocemos a devoradores de libros, es decir, personas que leen mucho, y eso está bien (siempre y cuando no interfiera en la vida social, familiar, laboral, etcétera), pero, y si tomamos literalmente el concepto «devorador», ahí tenemos a nuestros bibliófagos.
Simplemente, y haciendo a un lado el sentido metafórico de la expresión «devorador de libros», en sentido estricto, ser bibliófago implica comerse de verdad los libros, ingerirlos. Si bien la bibliofagia (comer papel en forma de libro) es algo muy raro de verse, ya que la celulosa que compone el papel es imposible de digerir por los seres humanos, está presente incluso en textos bíblicos, particularmente en Ezequiel 2:8 a 3:6 y en el Apocalípsis:
Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa…
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